martes, 30 de agosto de 2011

Soy un vicio más.

Lo complicado, creo yo, es evitar enojarse. A veces uno no quiere enojarse, pero se enoja. Y se enoja por otra cosa, y no puede explicarlo y entonces nada tiene sentido. Claro, volveremos a ser quienes no se enojan porque ya no nos importará. Y ese es el camino fácil, el camino delicioso, el camino con sol y con luna. Por qué no? Si nos encanta ser así, nos encanta sentir el poder en nuestras manos, especialmente en nuestras manos. Pero por qué querríamos eso? Si va a venir alguien siempre a sacarnos de ese lugar, como si fuesemos drogadictos con una urgente necesidad de rehabilitación. Y vamos a extrañar todo eso, recorrer el arcoiris caminando, corriendo, deslizándonos, dando vueltas, dando saltos. Ahora nos resignamos a seguir la corriente, intentar ver de ir un poquito más allá y acercarnos un poco al pasado como premio por haber avanzando en la difícil tarea de la rehabilitación de formas de vida. Qué carajo les importa? Por qué nos tienen que sacar de la matriz e introducir en este ladrillo de cristal? Tal vez estoy algo recorosa, lo voy a admitir. Pero a veces es difícil no enojarse, como decía al principio...Y después pasa todo eso que dije después y de repente un día pa! te das cuenta que te importa, que la rehabilitación fue divertida, que te sentís bien y que te van a arruinar la vida. Te van a levantar por los aires y cuando creas que estás llegando al cielo, te van a dejar caer. Porque les gusta o porque no se dan cuenta, todavía no sé bien. Es un poco enfermizo, o no? Pero nos sentimos en deuda por ex drogadictos y cerramos la boca, sonreímos y nos olvidamos. Y la rehabilitación fue tan buena, que nos olvidamos de verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario