De repente te entiendo,
querida mia.
Entiendo como anhelas
que eso suceda.
Tus ojos perdidos
van dejando la mirada
como livianas pompas de nieve
en la noche cálida
y de repente
te entiendo querida mia.
Entiendo tus noches
a la luz de la luna
derramando lágrimas
por un futuro
igual a aquel pasado.
De repente, querida mia,
te entiendo.
Entiendo por qué
tus manos tiemblan
cuando amor te acercan,
y tus pies se hielan
a la calidez
del suspiro en tu cuello.
Te entiendo,
querida mia,
entiendo tus cantos desolados
al alba sureño
que repite instantes
de tu vida pasada.
Creéme, entiendo ya
el porque de tu partida.
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